domingo, 12 de febrero de 2012

Los profetas del amor

Una imágen vale más que mil palabras, dicen. Pero las mil palabras la potencian, incluso la tergiversan. Hace unos días, pocos, vi una foto de un grupo de chilenos (supuestos chilenos digamos, porque no les pedí documento) saliendo a bancar a Gran Bretaña por el conflicto Malvinas (acá no hay supuestos, el único nombre con que llamaré a nuestras islas será con el que corresponde). Lo más impresionante no fue la foto, sino las mil voces que se levantaron a criticar no la imágen, sino a todo Chile. Todo esto me hizo pensar bastante acerca de como nos paramos a veces ante el resto del mundo.
Claro que uno se fastidia cuando ve que pasan cosas así. Un hermano suramericano traicionando la causa de la Patria Grande. El mismo fastidio que cuando escucha a un argentino lamentarse del fracaso de las invaciones inglesas de principios del siglo XIX. Pero las criticas no fueron dirigidas hacia el objetivo indicado, que eran esos pocos vendepatria que salieron en la foto, sino hacia todo el pueblo chileno. Es cierto que, democráticamente, ese pueblo (su mayoría) a elegido a uno de los pocos gobiernos que se alejan del sentido progresista que ha tomado la región. Sin embargo, consideremos también que ese gobierno, si bien no tan efusivamente como Chávez o Correa, se declaró en favor de la posición de la Argentina. Un dato más, ese pueblo es el mismo (con algún recambio generacional) que protagonizó el gobierno popular de Salvador Allende. El pueblo chileno sufrió de una lavada de cerebros, incluso más profunda que la nuestra, durante la dictadura de Pinochet. Entonces surgen mis preguntas. ¿Es correcto demonizar a todo Chile por la actitud de cinco gatos locos? ¿Es la manera, desprestigiar a todos sus habitantes, de sumarlos al proyecto americanista? La respuesta es simple y concreta: NO. Partiendo de esta situación me ubiqué en otras dos grandes disputas: Malvinas y lo que queda del "grupo A".
Tanto en una como en la otra las discusiones son encarnizadas. Vuela mierda para todos lados y uno termina saliéndose de sus cabales, me incluyo. Pero la bronca la escupimos, por lo general, hacia donde no va. Que los kelpers, que los cipayos, que los gorilas, bla, bla, bla. La verdad es que los kelpers, como leí en una nota del Página 12 de hoy, no son más que el jamón del sandwich, incluso da para pensar: "pobres kelpers". Lo mismo con los opositores al gobierno. Yo soy kirchnerista no porque alguien me haya puteado y provocado mi reacción, sino porque a la larga entendí que era lo que yo consideraba mejor para defender mi patria. Lo entendí tras escuchar razones, no insultos. Claro, hay gentes y gentes. Lo que tenemos que entender es que una cosa son los soldaditos programados por lo que ven en los medios hegemónicos, y otra los mandamases del virtual ejército. Uno puede (y quizás hasta debe) putear a Cameron, porque lo suyo es nefasto. Lo mismo Carrió, Duhalde, los "profetas del odio" que nos contaba San Jauretche. Ni que hablar del coronel Magnetto. Todos ellos quieren vernos enfrentados a los argentinos, porque a río revuelto, ganancia de pescadores, y no de humildes pescadores justamente. Por eso mismo no tenemos que permitir estas disputas. Parte de nuestro trabajo militante es convencer, sumar gente a la causa, abrir ojos y cabezas, difundir la realidad. Nosotros, al contrario que ellos, debemos ser profetas del amor por esta patria.

1 comentario:

  1. Me gusta el título de tu blog & es cierto que hay gentes & gentes, yo fui muchas veces a Chile, estoy conectada con muchos chilenos por distintas redes sociales & puedo dar más que fe (si es que ese dicho tiene algún significado verdadero) de que hay gente que vale la pena. Besos Fede:)

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